Juan 6:19
Habían remado tres o cuatro millas cuando de repente vieron a Jesús caminando sobre el agua hacia el bote. Estaban aterrorizados...
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Veinte o treinta estadios son aproximadamente tres millas (Biblia de Estudio Apostólica, nota para Juan 6:18–19). El hecho de que los discípulos hubieran remado cualquier distancia en la tormenta es impresionante y un testimonio de los pescadores a bordo que estaban acostumbrados al clima tormentoso. Sin embargo, a pesar de sus currículums marineros, ninguno de ellos había visto nunca a alguien caminar sobre el agua, por lo que respondieron instintivamente con miedo.
Era un hermoso día cálido de primavera. Mientras su madre limpiaba la cocina, Chase, de un año, miraba por la ventana. Estaba fascinado por los pájaros que volaban entre los árboles. De repente, Chase comenzó a gritar aterrorizado.
Su madre dejó todo y corrió hacia su hijo, esperando encontrar sangre. ¿Por qué más estaría gritando su hijo? En cambio, encontró a su hijo gritando mientras señalaba por la ventana a una ardilla. En su corta vida, Chase nunca había visto una ardilla. Cuando se enfrentó a algo nuevo, su primera respuesta fue el miedo.
Cuando encuentras o experimentas algo nuevo, ¿cuál es tu respuesta inicial? ¿Ciertas oportunidades o expectativas evocan una respuesta de miedo más que una respuesta de fe?
Eso concluye nuestra devocional de hoy. Terminemos con una palabra de oración.
PALABRA DE ORACIÓN
Señor Jesús, al reflexionar sobre el momento en que los discípulos te vieron caminando sobre el agua y su reacción inmediata de terror, recuerdo mis propias tendencias a reaccionar con miedo ante lo desconocido. Al igual que los discípulos, yo también tengo momentos en que las obras extraordinarias de Tus manos me sorprenden, revelando los límites de mi fe y comprensión.
Ayúdame, Señor, a reconocer Tu presencia en lo inesperado y lo milagroso. Enséñame a responder con fe en lugar de miedo cuando encuentre circunstancias que están más allá de mi comprensión o control. Fortalece mi confianza en Ti, sabiendo que Tú eres soberano sobre toda la creación, incluyendo las tormentas de la vida y las incertidumbres que enfrento.
Transforma mi miedo en fe, Señor. Permíteme ver oportunidades para crecer y confiar en Ti, en lugar de razones para temer. Anímate a dar un paso de fe, incluso cuando el camino por delante parezca incierto o imposible según los estándares humanos. Recuérdame que contigo, todas las cosas son posibles, y que Tu presencia es una fuente constante de fuerza y paz.
En momentos de miedo, permíteme recordar el encuentro de los discípulos contigo sobre el agua y cómo calmaste sus miedos. Que siempre sea rápido para reconocerte en cada situación, abrazando Tu voluntad y Tu camino con brazos abiertos y un corazón confiado.
En el nombre de Jesús, amén.