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Episode 87

Modern Temptations

October 8, 2020

(Ver debajo para español)

The last service of September focused on the phrase “do not lead us into temptation but deliver us from the evil one.” We learned the importance of being self-aware and humble to recognize the power of evil, how real temptation is, and how we are to combat it both by knowing God’s will and striving to fulfill our purpose.

As with many things in life, when faced with temptations, we have to make decisions. And, ultimately, any decision we make is because of our free will, the ability God gave us to make choices. However, when making decisions, we have to assess that just because we can do something, should we?

We can look at Jesus’ response as He was being tempted in the desert (Luke 4:1-13) to find an example of how we can combat temptations.

In the first temptation of turning the stones into bread, the Lord said: “Man shall not live by bread alone, but by every word of God.” In order to invest in something that will truly sustain us, we should ask God what His will is, knowing it will be the best thing to sustain us into the future.

In the second temptation, when the devil showed Jesus all the kingdoms, we find a parallel in the internet. The internet is a wonderful tool when stewarded properly; however, if we become consumed with it, it is tantamount to worship. When we worship something or someone, we give it worth, and if we spend much of our time on the internet, we place value in it, thereby worshipping it. This can bring about a series of things that could affect our walk as disciples of Christ (e.g. seeking validation from people, trying to reinforce our own ego, etc.)

In the third temptation, when the devil tempted Jesus to throw Himself down the pinnacle, we are moved to self-reflect, “How far can I go?” In a world that is constantly pushing us to go to extremes (in risks, in pleasure, in relationships, etc.) one could push the boundaries, yield to the temptation, and think, “God is forgiving and His grace is abundant. He will forgive me.” But Jesus gives the answer: you shall not tempt God. Christ gave His life so that we could be forgiven. We are to strive to fight against temptations just as Jesus did. He has given us everything we need to be delivered, and we can rely on Him and His word.

ESPAÑOL

El último servicio de septiembre se centró en la frase «no nos metas en tentación, mas líbranos del mal». Aprendimos la importancia de ser conscientes de nosotros mismos y humildes para reconocer el poder del mal, cuán real es la tentación y cómo debemos combatirla, tanto conociendo la voluntad de Dios como esforzándonos por cumplir nuestro propósito.

Como ocurre con muchas cosas en la vida, cuando nos enfrentamos a las tentaciones, tenemos que tomar decisiones. Y, en última instancia, cualquier decisión que tomemos se debe a nuestro libre albedrío, la capacidad que Dios nos dio para tomar decisiones. Sin embargo, al tomar decisiones, tenemos que evaluar si solo porque podemos hacer algo, ¿deberíamos?

Podemos observar la respuesta de Jesús cuando fue tentado en el desierto (Lucas 4:1-3) para encontrar un ejemplo de cómo podemos combatir las tentaciones.

En la primera tentación de convertir las piedras en pan, el Señor dijo: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios». Para invertir en algo que realmente nos sostenga, debemos preguntarle a Dios cuál es Su voluntad, sabiendo que será lo mejor para sostenernos en el futuro.

En la segunda tentación, cuando el diablo le mostró a Jesús todos los reinos, encontramos un paralelo en Internet. Internet es una herramienta maravillosa cuando se administra correctamente; sin embargo, si nos abstraemos en él, esto equivale a adorar. Cuando adoramos algo o a alguien, le damos valor, y si pasamos gran parte de nuestro tiempo en Internet, le damos valor y, por lo tanto, lo adoramos. Esto puede provocar una serie de cosas que podrían afectar nuestro caminar como discípulos de Cristo (por ejemplo, buscar la validación de las personas, tratar de reforzar nuestro propio ego, etc.)

En la tercera tentación, cuando el diablo tentó a Jesús para que se arrojara del pináculo, nos sentimos impulsados a reflexionar sobre nosotros mismos: «¿Hasta dónde puedo llegar?» En un mundo que constantemente nos empuja a ir a los extremos (en riesgos, en el placer, en las relaciones, etc.), uno podría traspasar los límites, ceder a la tentación y pensar: «Dios perdona y Su gracia es abundante. Él me perdonará». Pero Jesús da la respuesta: «no tentarás a Dios». Cristo dio Su vida para que pudiéramos ser perdonados. Debemos esforzarnos por luchar contra las tentaciones tal como lo hizo Jesús. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para ser liberados, y podemos confiar en Él y en Su palabra.