Me alegraré y gozaré en mi Dios siempre por Fredy Merida, pastor Iglesia Vida Abundante en Bakersfield, California
En mi pueblo, Barillas, Huehuetenango, Guatemala, llueve casi todos los días. Pero es en el tiempo de invierno cuando llueve más fuertemente. Habíamos decidido celebrar los cultos de oración por las casas. Así que esa noche de miércoles de oración la lluvia caía a cántaro lleno. Me coloqué mis botas de hule y un nylon para taparme y emprendí el camino hacia la casa donde correspondía el servicio de ese día.
Este día el servicio se realizaría en una de las casas más lejanas, a más de un kilómetro de donde vivíamos. Por las calles el agua corría como ríos desbordados. Cuando pasé por el centro muchos muchachos estaban dando vueltas en sus vehículos de doble tracción, gastando tiempo y gasolina sin ningún objetivo. Entonces me pregunté: ¿Cómo es posible que el pastor, el que sirve al Señor, tenga que llegar todo mojado para ir a predicar, a orar y alentar a los hermanos? ¿Cómo es posible que gente impía este perdiendo el tiempo y el dinero dando vueltas sin rumbo en sus vehículos?
Me recordé entonces del profeta Habacuc cuando dijo: Habacuc 3:17-18. “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación” El resto del camino hacia el servicio me fui cantando y dándole gracias al Señor. Él tiene el control y yo necesitaba esa clase de experiencia.