Zacarías fue profeta en un contexto de destrucción, desorden y desolación: Jerusalén seguía en ruinas después del regreso de los judíos desde Babilonia. Ya escuchamos la semana pasada que mientras el pueblo se preguntaba si Dios aún se compadecería de ellos, el Señor respondió positivamente. Ahora, se anticipa a las preguntas que pudieran surgir: "¿Cuándo se compadecerá el Señor? y ¿Cómo se verá su compasión?". La respuesta es maravillosa: La compasión del Señor no espera, y pareciera tener que ver con la construcción de una ciudad segura para su pueblo, donde vivan con Él y Él con ellos.