Visión de la fuente (para APR y Vidartv).
Me veo a mí mismo frente a una puerta antigua y pesada, como de forja. La abro y accedo a un huerto tan exuberante que parece una jungla o un jardín botánico: lleno de plantas, árboles, arbustos, flores...
VISIÓN PARA A LOS PIES DEL REY Y RADIO TELEVISIÓN VIDA DEL 25-10-23
Estaba terminando de orar y le pregunto al Señor:
-¿Hay algo más, Señor? ¿Quieres que haga algo específico hoy o que ore por alguien o hay alguna cosa más que dice el Señor a su siervo?
En ese momento tengo una visión del Espíritu, muy real.
Me veo a mí mismo frente a una puerta antigua y pesada, como de forja. La abro y accedo a un huerto tan exuberante que parece una jungla o un jardín botánico: lleno de plantas, árboles, arbustos, flores... Pero sé que es un huerto, porque una vez que me interno en la vegetación comienzo a ver frutas, hortalizas y verduras entre las grandes hojas verdes. Calabacines, berenjenas, lechugas, calabazas, higos, manzanas, naranjas, todo se podía cosechar y era muy apetecible. Solo que no había un camino que me dejase andar y ver lo que allí se cultivaba, ya que era densa la vegetación. A medida que andaba iba descubriendo los frutos de plantas y árboles que convivían en aquel huerto, apelmazados unos junto a otros en una explosión de vida marrón y clorofila.
De pronto, tras adentrarme en aquel jardín unos minutos, llego al único claro del huerto. Me doy cuenta de que es el centro de la propiedad y que no hay nadie más allí, pues es un recinto privado. Frente a mí se levanta una bella fuente circular de mármol blanco, de unos cinco metros de diámetro y no más elevada que mi cintura, con un pilar en el centro también cilíndrico y de mármol, que sobresale, al tener el doble de altura que el borde. Del pilar brota agua, no como un chorro, sino manando a borbotones. Entre el murito de la fuente, que era ancho y plano, como un banco, y el pilar, hay una piscina de agua limpia y transparente.
Cuando me acerco y observo la fuente, con su agua fresca, siento un deseo ferviente: una sed que no notaba antes se apodera de mí. Podría entrar en el agua a bañarme y beber cuanto quiera, ya que el fondo, también de mármol limpio, con medio metro de profundidad, me demuestra que no hay ninguna suciedad en el agua, de lo contrario no estaría de ese blanco resplandeciente.
Me siento en el borde y, repentinamente, en mi visión, aparece Jesús junto a mí, sentado también en la fuente y moviendo tranquilamente el líquido de la superficie con su mano.
Comienza una conversación con Él en la que siento su cercanía, amor y su magna presencia, pero por alguna razón que ignoro tengo mi mirada en el agua de la fuente y no en su rostro.
-Juan Carlos -me dice-, este huerto es A los Pies del Rey y esta fuente es Radio Televisión Vida.
-Sí, Señor -le contesto. Yo ya lo sabía, simplemente por revelación del Espíritu.
-Presta atención. Si quitásemos esta fuente del centro, ¿tú qué pondrías?
Me quedo pensando unos instantes, aturdido y emocionado por el encuentro inesperado. Después de unos segundos se me ocurre algo.
-Un altar de piedra, Señor.
-Pero esta fuente ya es un altar -me responde.
Ha dejado de mover el agua y ahora puedo ver mi rostro reflejado en la fuente. Tengo el ceño fruncido, buscando una nueva propuesta para sustituir la fuente y colocar en el centro del huerto otra cosa.
-Un gran árbol -le digo ahora, imaginándome lo bien que quedaría.
-Pero entonces, ¿cómo saciarías la sed? -me pregunta.
“Claro”, pienso. “Esta fuente es para regar el huerto y para que beba el que se acerque”.
-No -dice el Maestro, que ha oído mis pensamientos-. El huerto es regado por mi presencia. Esta fuente es solo para beber, todo el que quiera y tenga sed.
Guardo silencio un momento y me imagino a la mujer samaritana en la conversación con Jesús, en el pozo de Jacob. “Si ponemos un pozo”, razono, “los que deseen podrán beber y disfrutar de un encuentro con Jesús como el que yo estoy teniendo o como el que hace dos mil años tuvo la samaritana”.
-¿Qué tal quedaría un pozo, Señor? -le digo.
Jesús se ríe y vuelve a mover el agua con su mano.
-Esta fuente es un pozo, hijo. Solo que más hermoso y más cómodo. ¿No ves cómo estamos sentados en su borde?
-Es verdad, Señor -confirmo. Y, después de meditar un poco, añado-. Pues entonces, Señor, nada mejor que esta fuente aquí en el centro, para saciar la sed y estar contigo.
-Así es -asiente Jesús y apoya su mano mojada en mi rodilla.
En ese instante, justo cuando voy a mirarle el rostro, acaba la visión.
Todavía conmovido, la escribo rápidamente para que no se me olvide nada. Y cuando lo estoy haciendo reparo en un detalle que no es menor: la sed urgente que tuve al acercarme a la fuente desapareció sin beber, desde el momento en el que comencé a hablar con Jesús.
Creo que en esta visión hay muchas respuestas a mis preguntas e inquietudes con Vidartv Plus.