"Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. 2 Timoteo 2:14-16

A.W. Tozer escribió: "¡Ante el tribunal de Cristo mi servicio será juzgado no por cuánto he hecho sino por cuánto podría haber hecho! ... A los ojos de Dios, mi ofrenda no se mide por cuánto he dado, sino por cuánto me ha quedado después de dar... No por su tamaño es mi don juzgado, sino por cuánto de mí hay en Él. ¡Ningún hombre ha dado nada hasta que lo haya dado todo! Ningún hombre ha dado nada aceptable a Dios hasta que se haya entregado primero en amor y sacrificio”.

Como cristianos, queremos escuchar un día las palabras: “Buen siervo en lo poco fuiste fiel en lo mucho te pondré" . Pero ser un obrero aprobado no es un hecho. Solo aquellos que hacen esfuerzo y sacrificio para hacer lo que pueden y deben hacer, recibirán esta alabanza.

Dios nos da su gracia y el poder del Espíritu Santo para servirle. A ninguno de nosotros le falta, independientemente de nuestro nivel de talento u oportunidad, Dios se basa en su medida de lo que hacemos con lo que tenemos. La viuda que dio dos blancas dio mucho menos que otros, pero ella fue la única a quien Jesús elogió. Fue su corazón el que hizo que su don se convirtiera en algo mucho más grande de lo que parecía e hizo que su obra fuera aprobada (Lucas 21: 2-4).

Entonces, Dios nos da todo lo que necesitamos para servirle, pero nos llama a invertir y a servir diligentemente con un corazón puro.

Principio para renovarse hoy: Debemos servir a Cristo todos los días a la luz de la realidad de que estaremos ante Él y daremos cuenta de nuestro servicio algún día.

8 de febrero - LEER - Levítico 22-23

¿Cómo era la celebración de “La fiesta de los tabernáculos”?