“Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” 1 Corintios 6:11.

Uno de los impostores más famosos y exitosos de los últimos tiempos fue un hombre llamado Frank Abagnale. Se hizo pasar por un piloto de avión, un doctor, un abogado y un agente del gobierno. Logró escapar dos veces de la custodia, antes de cumplir los veintiuno. La aerolínea Pan Am estima que voló más de un millón de millas haciéndose pasar por un piloto. Cuando por fin fue arrestado y enviado a prisión, Abagnale decidió cambiar de rumbo. Se convirtió en asesor voluntario para ayudar al gobierno a combatir a los estafadores. Al final, estableció una compañía de seguridad que ayudaba a las otras a guardarse de las tácticas que él una vez usó. El propósito de su vida cambió por completo.

En el momento en el que somos salvos, Dios comienza un proceso de transformación en el que nos volvemos como Cristo. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29). Aún aquellos que crecieron en hogares cristianos y que fueron salvos a una edad temprana antes de ser expuestos a muchas cosas del mundo necesitan esta transformación, porque todos nacimos con una naturaleza pecaminosa.

El propósito de Dios para nosotros es que las cosas viejas sean dejadas atrás y que nos hagamos testigos de Su gracia y Su poder. Pablo escribió, “ Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20). Deberíamos de vivir una vida enfocada en lo eterno e invitar a otros a que nos acompañen al cielo

Principio de renovación de hoy: Dios no solo nos salva para llevarnos al cielo, sino también para transformarnos para que vivamos para Él en la tierra

15 de septiembre - LEER - Daniel 4-6

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