Un ancla bien firme puede mantener segura las embarcaciones más grandes que existen.
Pero cuando esa embarcación comienza a ir en la dirección opuesta, el ancla yo no puede proveer esa firmeza.
Mientras sigamos firmes mirando hacia Cristo, nada ni nadie podrá apartarnos, alejarnos ni lograr que nos soltemos de Él. Yo no me suelto!