Después de todas las señales que hemos visto hacer a Jesús a lo largo de nuestra serie, y de tantas ocasiones en las que lo escuchamos decir que su hora aún no había llegado, alcanzamos el punto de inflexión del Evangelio según Juan, porque ahora Jesús mismo nos dice que llegó la hora de que sea glorificado. En nuestro texto el domingo vamos a ver que la gloria de Jesús puede verse muy diferente a como esperaríamos que se viera, y que comprender eso tiene implicaciones muy importantes para nuestra salvación, para nuestra seguridad y para nuestro andar.
La gloria de Jesús
Juan 12:20-50
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La semana pasada vimos la interrogación a Jesús por parte de Pilato, el prefecto de Roma. Su pregunta inicial fue, "¿eres tú el rey de los judíos?". El testimonio de Juan sobre la crucifixión no hacen más que responder con un resonante y absoluto «Sí ». ¡Jesús es el Rey que cumplió!
¿Y qué es la verdad?
Eduardo Gallareta
En este pasaje, Juan utiliza mucha ironía, para mostrar la hipocresía de los dirigentes judíos, que preocupados por su pureza religiosa, traman la muerte de un inocente. Ellos no deseaban que un político corrupto y débil como Pilato, actuara como juez, ellos querían que fuera el ejecutor de la sentencia que ya habían dictado: la muerte de Jesús. Aunque parece un pasaje trágico, la característica más reveladora, el clímax, es la coronación de Jesús. Irónicamente, se nos dice que a Jesús se le corona y viste con una túnica púrpura y, aunque lo que se pretendía con ello era hacer burla de él, en un nivel más profundo se le está reconociendo como rey. ¿Y qué es la verdad? La pregunta de Pilato tiene un sonido siniestro y muy contemporáneo. Es la pregunta que nos hacemos cuando la verdad es, precisamente, lo que no quieres escuchar. Durante todo este Evangelio, las señales, los testimonios y las palabras de Jesús, han desfilado ante nosotros permitiéndonos hacer nuestra valoración de la verdad.